Espacios interiores a la hora de educar

¿A qué me refiero con espacios interiores en la educación? ¿A  la decoración? ¿A la distribución de espacios y rincones? La verdad es que el primer espacio interior que tenemos que habitar a la hora de educar a un niño (o a varios) es nuestro propio espacio interior.

Cuando nos relacionamos con la infancia, el niño se muestra como es. Nos muestra su interior. A través del lenguaje, del llanto, de acciones, de juegos. En cada momento, busca hacernos partícipe de lo que hay en su interior. Sus emociones, sus palabras, sus silencios, sus miradas, sus movimientos… todo necesita ser acogido por un adulto con espacio interior disponible. En este espacio disponible es donde se juega la escucha y la empatía, la comprensión y la aceptación, la construcción de uno mismo y la relación, la pertenencia y la contribución.

El niño es pura emoción. Por tanto, la inteligencia emocional del adulto es clave para que el niño pueda vivir su afectividad, sintiéndose acompañado y acogido. Pues toda educación implica afectos. Todo aprendizaje parte de esa afectividad. Y toda relación depende de ello.

Así que la pregunta podría ser ¿Tengo espacio interior disponible para relacionarme con otra infancia diferente de la mía? ¿Puedo sostener una emoción o solo puedo escuchar las mías? ¿Seré capaz de dejar aparecer a la personita que tengo delante de mí o dejarle ser implica una amenaza a mi control? ¿Sabré potenciar sus talentos individuales o deseo que vaya por dónde yo marco? ¿Podré transmitirle seguridad o le pondré las limitaciones de mis propios miedos? ¿Cómo creer en el niño si no puedo creer en mí?

 

«No conozco a ninguna niña ni ningún niño mentalmente sano que no quiera ser acogido en los momentos de pena. O que sienta pena porque quiere ser acogido. Justamente las emociones son mecanismos interiores que emergen buscando destinatario para hacerlo partícipe de lo que sucede en nuestro interior. El pequeño afligido confía en el consuelo, el entusiasmado también lo hace evidente porque nada hay tan difícil como esconder la alegría. A nadie se le ocurriría ignorarlo alegando que «quiere que todo el mundo vea su alegría».
… En educación, nada acontece sin contexto acogedor. Dejamos de educar a un niño cuando dejamos de acoger a un niño o parte de él».

Vicenç Arnaiz

Espacios interiores a la hora de educar

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